que vuelas sin poder sobre el cielo oscuro.
¡Oh!, pequeña criatura
que desea la muerte en su diminuto zulo.
Secuestrada por el dolor
busca salidas donde no las hay
y navega en sueños tras la verdad de su suerte
que bonito es el mundo
mucho, sí, mucho más allá de la muerte.
Un día me contaste
que un rayo de luz te arropaba
te besaba y abrazaba.
Te quería junto a él
y tú le amabas tanto, tanto,
que dabas la vida para salvarlo
aún sabiendo que acabaría,
que no aguantaría,
que tu cuerpecillo delicado
no era suficiente para él
que buscaba desilusionado
en tí ese soporte
para dejarse llevarse por el pecado.
Tras unos meses de alegrías,
su desconsuelo fue peor
y tras mucho pensamiento
su alma de tristeza eliminó.
Pocas cosas quedan ya
que contaros de esta historia,
el ave acabó llorando,
llorando, sangrando y matando
de pena a su alma transitoria
que sufría con esta historia
trágica vida escasa de gloria.